001 [Back to Hell: Reconocimiento] [Jo Harvelle]

Humo espeso en el ambiente, olor a whiskey barato y música de antaño sonando desde una vieja máquina del siglo pasado. Ese panorama te invitaba a entender que estabas en el hoyo. No eran los suburbios, no era allí a la vuelta, el callejón oscuro, ni mucho menos la casa abandonada a la que todos temían. Aquella clase de infierno, el Harvelle’s Roadhouse, era la ventana a la última cena de los cazadores que intentaban ordenar sus ideas, o apagarlas lentamente con alcohol barato.
Pasé caminando junto a la barra, con una sonrisa resplandeciendo en mi rostro, y automáticamente señalé a la muchacha blonda tras el mostrador para que me alcanzara una cerveza. De aquellos lugares, era lo más sano que se podía conseguir, eso o, con suerte, una taza de café quemado en la mañana, si es que en aquel sitio distinguían la noche de la mañana.
Me dirigí al fondo del lugar, a la parte tenue, alejado de las mesas de billar, y elegí una pequeña mesa en una esquina, lo suficientemente escondida entre las sombras del sitio como para llevar a cabo lo que iba a hacer allí. Alguien sabía algo que necesitaban compartir conmigo, pero las personas solían ser tímidas, así que, de momento, solo podía quedarme allí, observando el juego, viendo el habitad de las bestias antes de decidir finalmente sobre cual cargaría primero. Y con algo de suerte, no lo podía descartar, tal vez encontrara allí a mi príncipe encantado, aquel sujeto que había borrado a golpes unas cuantas cosas que, presentía en mi interior, debía recordar a toda costa.
Bebí un sorbo de la marga cerveza, aún fría, mucho por suerte, y saqué del interior de mi chaqueta el paquete de Lucky Strikes que guardaba junto a un Zippo plateado con las iniciales W.F. grabadas en el cuerpo. Pasaría allí algunas horas, lo suficiente para justificar unas cuantas cervezas a la espera de algo, pero no demasiado, como para comenzar a levantar sospechas, porque es muy habitué que los ebrios ancianos se marchiten minuto a minuto en aquel lugar, pero no un muchacho con cara bonita e intensiones poco claras, y lo que menos quería era ser el acechado. Solo unas cervezas más, la noche aún era joven para cualquier cazador.

Habían pasado a penas ni cinco minutos cuando la blonda mesera se acercó a la mesa que había ocupado para llevarle otra cerveza. Por lo visto, las cosas habían cambiado un poco más desde la última vez que había estado por allí. Ellen solía ser cordial con los cliente, no blanda, obviamente en un ambiente como el de los cazadores no había lugar para los blandos o los débiles, pero si cordial. Aquella muchacha demostraba que su jefa le había inculcado mal las reglas de la casa. Sin embargo, no pude disimular una amplia sonrisa al ver reflejado en aquella mujer los signos de la brusquedad y una vida dura en el Roadhouse, aquella mujer era tan parte de aquel entorno como el entorno se había vuelto parte de ella, de su esencia.
-Si lo pides de esa manera, no solo obtendrás un "Hola" de mi parte, mi estimada...- Mi sonrisa se ensanchó un poco más y clavé mi mirada en la de ella.
Cazar era más que un oficio para mi, de eso no quedaba dudas, y cuando una profesión se disfrutaba de tal manera, eran muy pocas las cosas que sobrepasaban las ganas de llevar las metas adelantes. Aunque, mi profesión no era lo único que disfrutaba de manera inexplicable. Al ver a la mesera delante mío, volvió al ruedo no solo mi debilidad y gusto por las mujeres que aparentaban ser rudas, sino que fue inevitable asociar el hecho de que una persona como aquella, que pasaba gran parte de su día metida entre los asuntos de los cazadores de toda la zona, era muy probable que tuviera la información que necesitaba. Mataría dos pájaros de un solo tiro, como quién decía.
-Verás... Hay muchas cosas que quisiera, pero, de momento, y solo de momento, me conformaría con una sola... Me gustaría invitarte un trago, cordial, por supuesto, para emendar mi poca caballerosidad, e intercambiar ideas...- Traté de parecer lo más agradable posible, y no es que cuando me lo proponía no lo fuera. El hecho era que aquella manera actuada de ser agradable que tenía, si bien funcionaba la mayoría de las veces, no podía dejar de tener el tono siniestro característico de mi persona.
-Es que, últimamente estoy interesado en encontrar a un viejo conocido al cual le perdí el rastro y... Bueno, estoy seguro de que ha estado por estos lares...- Volví a sonreirle, y luego moví una silla vacía que había  frente a mi en esa misma mesa, haciendo evidente mi invitación. -Soy William, por cierto...- Me presenté.

No pude evitar sentirme abatido, de cierta manera, ante el comentario sexual de la mesera. Entonces, como si se me hubiera pasado por alto un detalle tan común, tan redundante que hubiera hecho sonrojar al más neófito novato en el tema, recordé que allí era de seguro que había más de un admirador de aquella muchacha con ansias de hacer mucho más que invitarle una cerveza para intercambiar información. Solté un carcajada, no de manera graciosa, más bien dejé escapar una risa seca, corta, un risa que demarcó mi mirada poco inocente y obligó a que apartara por un instante los ojos de ella. Sólo por un instante, puesto que retomar la compostura era algo que se me daba muy bien.
-Veras, en verdad no me interesa la compañía de nadie para ese tipo de tratos. Y si ese fuera el caso, seamos sinceros... No estaría buscando aquí... ¿O a caso me equivoco?- Traté de incluso sonar hasta gracioso y compinche en la situación, pero generalmente ese tipo de comportamientos se me daban demasiado sobre actuados, por lo que preferí dejar el tema en cuestión flotando en el aire.

A simple vista parecía una mujer normal. A simple vista aquel lugar parecía un bar de mala muerte normal. Así que la cuestión comenzaba a volverse más interesante de lo que había supuesto en un principio, y comenzaba a notar en ella algo más que el hecho de ser una empleada estancada en aquel sitio. Los clientes parecían tratarla entonces con el respeto de alguien que lleva allí más tiempo del que pueden recordar, del que incluso ella podría recordar. ¿Pero cómo era posible que sucediera algo como tal en una atmósfera como aquella? Las respuestas posibles se acotaban a muy pocas opciones, pero entonces, por el simple hecho de ser precavido y jugar bien las cartas, era siempre mejor acotarlas un poco más, porque eso podía convertirse en el pequeño margen entre salir de allí caminando o arrastrándose a pedazos. Si allí sucedía lo que creía que sucedía, necesitaba un simple y único indicio más que le permitiera cerrar el círculo de la cuestión. Al fin y al cabo, no había por qué apresurar los hechos.

-Verás, este sujeto en particular es más que un simple cazador, hablando en términos que vayan al punto de la cuestión. Es un sujeto de muy bajo perfil, pero estoy seguro que alguien como tú no podría haber pasado por alto su presencia...- Hice un repentino alto en la precaria descripción que iba dando de mi asaltante misterioso solo para centrar aún más mi mirada en la de ella y fundir su iris verde. Era llamativa, se lo concedía, ruda y llamativa. Concentrarme sería todo una proeza.
-Ojalá pudiera darte simplemente un nombre para terminar con todo aquí mismo, pero el punto es, que solo recuerdo, escasamente, algunos aspectos físicos de él...- Esta vez le di un largo sorbo a la cerveza y me hice el desentendido por unos segundos para asestar otra pregunta.
-Por cierto. No me has dicho tu nombre...- Si, tal vez el último indicio.

Aquella muchacha comenzaba a caerme bien, de alguna manera extraña, puesto que era verdaderamente raro que eso sucediera, pero si se analizaba con cierta puntualidad, era mejor que así fuera. Le estaba pidiendo cierto tipo de información que no cualquiera podía revelar, siempre y cuando, para empezar, contara con ella. También estaba hablando con una mujer que trabajaba en el agujero de decadentes violentos más profundo, antiguo y con mayor reputación de todo el país, sin exagerar al respecto. Era conveniente que aquello no acabase mal, o del Roadhouse saldría con mi arma desenfundada, si es que lograba salir, por supuesto. Pero más allá de eso, aquella mesera comenzaba a demostrar cierta manera muy poco frecuente de dirigirse hacia mi persona que había visto muy pocas veces desde que yacía recorriendo las carreteras del país. Entonces no pude hacer mas que sonreirle de manera hasta casi cómplice y continuar con mi juego. De allí estaba seguro que podía sacar algo en claro, y ella iba a ayudarme... Incluso podría sacar más de lo que había ido a buscar. Como quien decía y había aprendido con el tiempo, uno podía darse el lujo de aspirar a obtener un poco más de lo que merecía, si estaba dispuesto a pagar el precio y aceptar las consecuencias.

Simplemente seguí bebiendo mi cerveza mientras ella respondía mis inquietudes. Y a medida que me iba planteando sus puntos de preocupación o traba en cuanto cómo podía ayudarme, no podía más que fingir pena absoluta ante su respuesta. Y es que en verdad se me hacía difícil recordar el nombre o el aspecto físico completo del maldito. No sabía que había sucedido durante aquellos días, sólo estaba seguro de que entre sus cosas, antes de darme una golpiza de muerte, aquel malnacido se había llevado algo que necesitaba, algo que tenía que estar en mi poder a toda costa. -Verás, estoy muy al tanto de eso, se que por aquí pasan muchos cazadores, pero en serio, estoy seguro de que este en particular no pudo haber pasado desapercibido...- Entonces caí en la cuenta de que necesitaría poder facilitarle, lamentablemente, lo poco que me queda de información a resguardo. Le tendría que dar a Jo, tal cual se había presentado dejando en evidencia su particular carisma una vez más, lo poco que me quedaba como seguro de vida, aunque no supiera muy bien del todo aún por qué tenía esa amarga sensación en la mente. -Puedo darte una precaria descripción física, obviamente... Puedo decirte que este sujeto era de cabello castaño claro y alborotado, casi ondulado. Era del oficio, evidentemente, no sólo por su vestimenta, sino porque habíamos trabajado en algo juntos. Pero lo que más resuena en mi mente es que para ser un cazador, cuidaba demasiado su espalda aún estando entre colegas...- Obviamente iba a saltar la parte en la que, una vez que comenzaban a entablar relación conmigo, los pocos que había logrado hacerlo de manera constante, siempre terminaban cuidándose las espaldas de mi, pero era sólo un detalle, puesto que aquel sujeto lo hacía por necesidad de esconder algo, estaba seguro de aquello. -En fin... Suena raro, Jo... Pero estoy seguro que estuvo por aquí, tal vez sólo vino por una cerveza, tal vez vino a ver a alguien, pero ese sujeto, este viejo conocido tiene algo que me pertenece, y lo recuperaré...- Bebí otro sorbo.

Y entonces, otra vez el carisma de Jo, aquella mujer tan particular. Aquella mujer en la que estaba depositando todas mis cartas importantes. ¿Y por qué? En el fondo detestaba esa debilidad por las mujeres rudas. Aquella definitivamente aparentaba serlo, y lo hacía bien. Pero entonces aquella pregunta me volvió a descolocar. Strike dos. Jo avanza en el marcador. -Verás Jo, yo no me convertí en cazador. Yo nací siendo uno. Pero antes de que sepas de mi, te aseguro que yo sabré más de ti... pero eso será en otro lugar, querida... ¿Lo captas?- Mi sonrisa se hizo aún mas amplia, dejé la cerveza a un lado por un instante y rogué haber escapado de aquel golpe lo mejor posible, aún sin haber sonado ni con una pizca de desesperación.

Jo había tocado, tal vez sin querer, un punto en el cual los dos coincidiríamos completamente: Lo cazadores eran volátiles, y esa misma cuestión me había costado el hecho de tener que estar en esa situación en ese entonces. Fuera lo que fuera que se había llevado consigo aquel estúpido sujeto, lo recuperaría, y acabaría con él de tal manera que quedaría asentado en la historia de la comunidad que nadie debía meterse con William Foster, tal vez el más volátil de todos los cazadores del país. Entonces simplemente la contemplé en sus rodeos sobre la filosofía de ser que teníamos nosotros y contemplé como de a poco iba consiguiendo que se entrelazara más con mi historia. Si, ir al Roadhouse había sido gran idea, ya que si bien disfrutaba consiguiendo información a los golpes, aquella forma de hacer las cosas develaba que las actitudes podían mejorar y mi futuro se veía brillante como el solo en el verano; estaba madurando bien, y una conocida como oráculo podía resultar un hecho sumamente interesante y provechoso. Sólo que por aquel momento, y sólo por aquel, no podía concentrarme sólo en eso. El futuro ya vendría, eso se convertiría en una cuestión secundaria. Primero debía dar con el paradero del futuro cadáver.

Luego de hacer que ella riera ante mi respuesta tal vez demasiado sincera, conseguí mi segundo mayor cometido esa noche, ella no sólo me ayudaría, sino que lo haría a lo grande, o al menos eso parecía. Cuando pidió que la acompañase lo único que se me vino a la mente fue corroborar de forma mental que el cargador de mi Beretta estuviera lleno y esta en su lugar. Cogí el último sorbo de cerveza y me encaminé tras Jo, aunque no pude evitar observar su trasero y, otra vez aquello. Traté de enfocar mi mente lo mejor posible. No podía arruinarlo todo justo en ese momento tan importante del día. Simplemente tenía que ver lo que me mostraría y averiguar la mejor manera de usarlo en mi beneficio. Cruzamos la cocina, y entonces entramos en lo que parecía ser la habitación de un adolescente sin mucha vida social. La pantallas le daban un ambiente tétrico y algo de suspenso, pero en cuanto la joven mesera me señaló las cintas viejas, mi sonrisa volvió a ensancharse y pude sentir la euforia en mi interior. Estaba más que seguro que lo tenía en mis manos. -¡Oh, Jo!... Tú si que eres de mis chicas favoritas...- Comenté mientras con las yemas de mis dedos rozaba el lomo de las cintas. -Tú si que eres un ángel con buenas armas...- Volví a sonreír para mis adentros. No podía quitarle la vista de encima a todo aquello.

-Bien... Suponiendo que mi conocido hubiera pasado por aquí de inmediato luego de que tuvimos nuestro último encuentro...- Hice una pausa. ¿En verdad cuanto tiempo habría pasado inconsciente tirado en aquella habitación? No más de los días que tenía pagos, de lo contrario me hubieran encontrado antes de que despertase, por lo que eso era un buen punto para orientarme. -Bueno, yo diría que podríamos buscar en las cintas de hace un mes y medio atrás, para ser justos...- Le hice un ademán con la mano para que ella tomara dichas cintas, posé mi mirada en la de ella, cuyo reflejo de las pantallas le daba un aire mucho más interrogante y dramático en la penumbra de la habitación. Volví a sonreirle a causa de aquello. Costaba concentrarme, maldición.

Bien, la situación no podía ir a mejor ritmo del que esperaba. No sólo me había ganado, si se podía decir de esa manera, la confianza de Jo, la mesera de Roadhouse, sino que también me había facilitado las cintas de vigilancia del período pos ataque, lo que me ayudaría a averiguar si en verdad mi viejo conocido había pasado por allí, y si llevaba lo que era de mi pertenencia. Era demasiado bueno. Muy bueno como para ser cierto. Tanto que comenzaba, por instinto natural, a desconfiar incluso de la situación. ¿Pero que podría ir mal? Es decir, Jo, a simple vista, no tenía nada que le pudiera interesar de mi persona, si aquello era una trampa, no veía la finalidad, al menos que fuera una demente asesina por placer, pero no cuadraba en el perfil; maldición, el Roadhouse no cuadraba en ese perfil, eran todos malditos cazadores que habían desperdiciado su vida de la manera más suicida que se podía conocer. Entonces, sin mediar más otro pensamiento alguno, tomé la primera cinta con fecha más cercana al día D, y me dispuse a verla allí mismo mientras la blonda mujer permanecía a mi lado susurrando cosas que, sinceramente, me costaba entender, tal vez porque no era la finalidad ser escuchadas por mi persona. "Bien, que comience el juego del gato y el ratón, imbécil...". Las luces se fueron en aquel entonces.

Escuché como Jo se movía rápidamente en la oscuridad, de seguro estaba sacando algún tipo de arma escondida, a simple oído, al no escuchar ningún resorte de cargador, supuse que era un arma blanca. Me tomé mi tiempo para volver a guardar la cinta en su caja, y me la guardé en el bolsillo interno de la chaqueta. Perdido por perdido, si allí no estaba lo que necesitaba, seguiría como hasta entonces, la prioridad había cambiado a saber que sucedía allí, apartar de mi camino a Jo, y luego apartar de mi camino al imbécil detrás de aquella estupidez. Me puse de pie tan rápido como sentí que la mesera se acercaba a mi posición, y entonces, luego de amenazarme, volvió hacia la puerta, sólo que esta pareció abrirse de manera fácil y muy tentadora para escapar de allí. -Ni se te ocurra mover un maldito músculo, rubia. Sea lo que sea que este sucediendo aquí, vamos a bailar muy pronto...- Ordené con voz firme, pero sin levantar el tono. Era hora de ponerse en marcha.

Desenfundé mi Beretta, y acomodé en mi bolsillo izquierdo el cargador de emergencia que llevaba, tenía todo el deseo de estar equivocado, pero de seguro lo necesitaría si se acababa el que estaba puesto en aquel momento. -Sea lo que sea que este pasando aquí, Jo...- Susurré mientras me acercaba lenta y sigilosamente hacia ella. -Sea lo que sea, nuestra prioridad es correr hacia mi automóvil. Si tienes algo que decir, si tienes algo que aclarar de la situación, tienes dos fracciones de segundos comenzando ya...- Entonces la tomé por el brazo y corrí en la misma dirección por la que habíamos llegado allí, tirando de ella con todas mis fuerzas. Pronto nos encontramos en el espacio tras la barra, aún reinaba la oscuridad, pero comenzaba a distinguir siluetas que se movían. Esperaba la primera señal para abrir fuego, y a la vez trazaba con mi mente el camino hacia la salida trasera. Una maldita corazonada me decía que estaba todo muy mal, y que la escapatoria obvia sería el peor camino hacia una muerte segura.

Todo cada vez se volvía más confuso. Jo se soltó se mi mano varias veces, pronto desistiría de arrastrarla conmigo y aquello se resumiría en yo y mi maldito trasero salvándonos de aquel infierno. Los que estaban allí dentro, inertes o no, ya estaban muertos si se seguían agolpando en la salida principal. Y entonces, la luz entró por la puerta principal, alguna sanguijuela salió corriendo y se escucharon varias detonaciones. Intenté cubrirme tras la barra e intenté que la mesera me imitara, pero aquello no surtió efecto, al menos por lo poco que había visto. Entonces empuñe una vez mas la Beretta y maldije a todos los inútiles que se encontraban allí dentro y habían sucumbido al pánico. Costaba entender si algo o alguien se había metido, o si sólo eran estúpidos matando a otros estúpidos por alguna razón incierta, lo único que me quedaba claro era que necesitaba a la chica para llegar a la puerta trasera cuanto antes.

Busqué a tientas en la oscuridad a Jo y volví a tomarla del brazo, la arrastré hacia la parte de atrás del lugar, pero entonces nos volvimos a soltar. Sentí su gemido, tal vez había tropezado con algo, y yo al mismo tiempo había caído por culta de un mueble que estaba en el lugar equivocado. Alguien tropezó entonces conmigo y me atinó luego una patada desde el suelo. Mis nervios se pusieron en punta, y fue inevitable colocarle una bala sin dudarlo. Ni siquiera sabía si había matado al bastardo, de lo único que tenía certeza, era que así entendería la cadena alimenticia allí, en ese preciso momento. Volví a rastras tras mis pasos, otra vez sujete a la mesera, esta vez procuré no soltarla aunque por alguna estúpida razón se empeñaba en resistirse. -Jo, necesito llegar a la puerta de atrás...- No se si me llegó a escuchar entre tanto bullicio que se había incrementado, pero por fin había parecido ceder a mis tironeos. Por si a caso, dejé de que ella fuera adelante para llegar más rápido, ella de seguro conocía el lugar de memoria, no podía tener mejor guía en ese momento.

La detuve justo cuando estábamos a unos pocos metros. Aquella era nuestra vía de escape, pero, entonces reaccioné. Fuera quien fuese el responsable del apagón, tenía rodeado el lugar. ¿Qué clase de estúpido dejaría la retaguardia sin cubrir? -Espérame aquí Jo...- Ordené. Volví tras nuestros pasos, sujeté al primer desorientado que pude coger desprevenido en la oscuridad, lo golpeé para desorientarlo aún más, y lo llevé a nuestra posición para luego arrojarlo contra la salida para ver que sucedía, y entonces el resplandor al caer el cuerpo contra la puerta y luego el polvo del suelo exterior que recibió de manera brusca a quien parecía ser un veterano del oficio, y otra vez las detonaciones. -Estamos fregados...- Susurré para mi mismo. -Jo... sólo hay una chance... Por favor, dime que hay alguna manera de acceder al techo desde aquí adentro...- Sólo esperaba que el responsable de aquel problema, se me presentara con las posibilidades justas para meterle una bala en el cráneo antes de marcharme definitivamente de allí.

Jo por un instante pareció atónita, pero no pasó mucho tiempo antes de que recobrara sentido, y para mi gratitud, me guío sin protestar a la sala de videos, en verdad hubiera estado fregado si aquel lugar no tenía acceso desde adentro a la azotea, pero parecía que  la suerte comenzaba a cambiar, y luego de pasar nuevamente por el salón, escapando de los manotazos desesperados de los cazadores que yacían allí a oscuras, ella simplemente me dejó allí, en la entrada de la sala de vigilancia para volver a marcharse. En verdad era una mujer testaruda, pero no podía darme el lujo de jugar un juego que no me pertenecía. El hecho de que todos actuaran como hormigas bajo la lluvia, en vez de mantener la calma y dar lucha a lo que fuera que sucedía allí mismo, resaltaba el hecho de que escapaba del conocimiento de cualquiera, pero no me quedaría a averiguarlo, y mucho menos a velar por el regreso de la mesera. Si ella quería jugar a ser una de los guardianes de la bahía, ese era su camino a seguir, no el mío. Crucé la sala de nuevo y sin bacilar, encontré las puertas, pronto me encontré subiendo de manera torpe unas escaleras de emergencia que me dejaron en lo que esperaba, sería mi destino decisivo para largarme de ese infierno.

Me asomé con total precaución y cuando percibí que todo parecía despejado, salí sigilosamente al exterior algo fresco, pronto oscurecería, y quería estar lejos de allí para entonces, pero necesitaba llegar a mi vehículo para lograr aquello. Me asomé a la parte trasera tratando de nos ser visto. Al parecer quien había asaltado aquel lugar no necesitaba mucha ayuda, puesto que solo montaban guardia dos sujetos que parecían más interesados en lo que sucedía en el frente del bar que en su punto de vigilancia. Me moví hacia el frente, ocultándome cuanto me era posible, allí habían al menos otros cinco sujetos más, armados, aunque sin, por lo visto, intensión de usar aquellas máquinas de fuego. En definitiva parecían ser demonios, sólo un maldito grupo de demonios tendría semejante actitud ante aquella situación de violencia. A ellos no le gustaban las armas de fuego, prefería el contacto cuerpo a cuerpo a la hora de matar. Volví a la parte lateral del sitio, esquivando algunos respiraderos del lugar, y allí me encontré con el estacionamiento lateral, donde, maravillosamente por obra del destino, había dejado mi automóvil. eso si era suerte, y más aún el hecho de que justo allí abajo se encontrara el contenedor de la basura abierto de par en par, con una par de bolsas negras en su interior.

La puerta de la azotea se abrió bruscamente de par en par y de manera instintiva apunté hacia a ella con mi arma, sólo para encontrarme con la blonda Jo que volvió a cerrar para luego moverse a toda prisa hacia mi posición. En su rostro se podía ver una mueca de terror que desencajaba con la mesera con la que había estado minutos antes. ¿Qué demonios sucedía allí? Entonces nuevamente la puerta, y un sujeto que alguna vez había sido un cazador, o al menos un camionero, puesto que su aspecto era bastante desaliñado, apareció sonriendo destellando sus ojos completamente negros. En verdad no tenía idea de quien podía ser, pero de seguro había encabronado a alguien en el pasado lo suficiente como para estar provocando todo aquello. No sabía como era capaz de haber podido imaginar que esa situación no tenía nada que ver conmigo. -Verás Jo...- Comenté -Cuando estas en mi posición, es moneda corriente hacer enfadar a idiotas como este... Pero para alivio de tu salud física y mental, podrás percibir que no solo soy un imán para los problemas, también soy un sujeto que adora pensar rápido...- Extendí la Beretta antes de terminar la frase y coloqué una bala en el torso de aquel sujeto antes de que avanzara más, y otra limpiamente en su frente. -Cuando termines de caer, corre hacia el Chevrolet Camaro negro...- Entonces no la dejé terminar de hilar aquella frase, y la empujé hacia la cornisa conmigo mismo, ambos caímos en el basurero, y aunque las bolsas negras llenas de residuos amortiguaron la fuerte caída, por unos instantes temí haber roto algo de vital importancia. Me recompuse como pude, tomando a Jo nuevamente de la muñeca para ayudarla a saltar de allí adentro una vez que yo lo hice. Teníamos los segundos contados antes de que el demonio del tejado se recobrara y diera el alerta. Entonces habría más que fuego por allí -¡Vamos, Jo!- Comenzaba a impacientarme.

No pude evitar sonreír de manera maniática cuando pude recomponerme por unos segundos luego de la fuerte caída. En verdad Jo no lo llevaba para nada bien, y parecía un poco desorientada, pero aún tenía fuerzas, y más aún luego de escuchar que aún tenía ganas de seguir reprochando cosas mientras parecía, claramente, que ahora era nuevamente yo el que salvaba el día por el momento. -Vamos, cariño... No tenemos todo el día... Cuanto menos se piensan estas cosas, más ligeras salen al tacto de la práctica...- Y nuevamente volví a reír como desquiciado. Mientras nos movíamos no me volví ni por un segundo hacia atrás, sólo cuando ella confirmó lo que tanto temía; fuera quien fuese la alimaña que me había ido a buscar con sus amigos del club campestre, estaba en verdad encabronada. Al principio podía tomarse como un acto de completa desesperación el asaltar uno de los bares más frecuentados por cazadores de la región, sólo para cargarse a uno en particular, que, siendo sinceros, estaba allí, a pesar de estar buscando algo en particular, sólo de causalidad. Pero entonces sucedía que la fuerza de voluntad que ponía en su misión, lo hacía verse como alguien en completa necesidad de acabar con todo aquello de una vez por todas, casi como si, en vez de tratarse de una misión de caza, se tratase de una misión suicida llegando el caso. Al pobre infeliz que tenía un mal día, en verdad le había llegado su fin aquella tarde, pero así y todo, seguiría moviéndose hasta acabar conmigo por una sola razón: debían eliminarme a toda costa. -¡Joder, Jo! No te detengas ¡Maldición!...- No podía volverme a verlo, pero el estruendo que siguió luego, me dejó casi un poco perplejo al entender que seguía tras nosotros.

La mesera se soltó e intentó igualar mi velocidad, aunque al parecer no le costaba mucho trabajo hacerlo. En verdad caí de lleno de que la estaba llevando a rastras hacia mi vehículo, y de seguro hubiera resultado gracioso si alguien nos había observado, pues, en verdad no tenía motivos para hacerlo al demostrar ella que en verdad quería salvar su vida al igual que yo por sobre todas las demás cosas, pero entonces, cuando sólo faltaban unos escasos metros, apareció la caballería a complicarnos las cosas. Jo pareció tomárselo bastante a pecho con una poseída que intentó bloquearle el paso, yo por mi parte avancé lo suficiente hasta chocar de llenó con un sujeto de mediana estatura y ojos oscuros que intentó taclearme como si se hubiera tratado de un juego de fútbol americano. Fue fácil esquivarlo, pero no zafarme de sus manos que me sujetaban desde el suelo mientras intentaba recomponerse. A pesar de que cada vez me costaba más mantener el equilibrio, me tomé el tiempo suficiente para respirar hondo, apunté a su frente, y lo hice descansar por unos momentos, al menos, de aquella tortura que estaba sufriendo. -Requiescat in pace, hijo de perra. Suerte en tu próxima vida...-. El Chevrolet estuvo entonces más cerca, mirando hacia la carretera como solía dejarlo casi siempre para prevenir escapes accidentados, precisamente como ese. Salté por sobre el frente del vehículo deslizándome de manera ágil y fácil, y luego me subí del lado del conductor sin mediar demasiado en lo que seguía sucediendo a mi alrededor.

Hice arar las ruedas traseras mientras me cargaba a un tercer desgraciado que saltaba sobre nosotros en la huida. Bajé como pude la ventanilla y volví a disparar contra nuestro interceptor principal que venía avanzando a unos escasos largos metros, más para ayudar a aumentar el bullicio, que para otra cosa. De los tres disparos, sólo pude ver que uno le diera de lleno en el hombro, y esta vez, pareció ni siquiera inmutarse. -Bien, Jo... Parece que esta vez tendré compañía. Pero ve el lado positivo... Vendrán tras nosotros... El Roadhouse estará a salvo... ¿Verdad?...- Comenté mientras nos dirigíamos directo hacia el este por la carretera. Solté una ligera risa sarcástica, y fue entonces cuando noté, fijando mi mirada en ella, el aspecto horrible y desaliñado que había adoptado por culpa de la caída. -Fue sólo una broma, rubia... En verdad estará bien si nos siguen... Se verá mejor que tú ahora...- Ella no parecía demasiado contenta al respecto, o eso en verdad parecía a simple vista. Simplemente aceleré aún más a fondo, sin querer mirar por el espejo retrovisor.

Mi corazón aleteaba en mi pecho como un pichón que necesitaba desesperadamente salirse, en aquellos momentos odiaba a todo ser humano, demonio o animal que se me acercara. Por un lado había sentido la maldita necesidad de escapar del bar, si me quedaba de nada iba a servir, aunque se sabía que aquel demonio iba tras los pasos de mi amiguito que ahora manejaba. Si hubiera sido terca y decidía quedarme corría peligro, no sólo yo, sino los que habían quedado con vida. Tomé todo el aire que mis pulmones eran capaz de captar y tras toser un poco le dedique una mirada asesina –Eso espero ¿No conoces a mi madre, cierto?- Pregunte mientras yo también abría la ventanilla del acompañante y me disponía a mirar hacia atrás, por fortuna no había fuego que me indicará que mi bar se encontraba en llamas y que quizá los cazadores que seguían con vida harían algo para evitar una catástrofe, la única que no se iba a salvar de una muerte digna iba a ser yo cuando mi madre regresará al Road House –Se ve que te tenía mucho odio y como tú dices, irá tras tus pasos- No pensaba viajar mucho más con el cazador, era su guerra y como tal tenía que enfrentarla solo, en cambio yo tenía que enfrentar la cara de perro de mi madre y un sermón enorme que no durará hasta las dos de la mañana del otro día. Me quedé en silencio, no me importaba si Ellen se enfurecía conmigo, estaba claro que lo haría, sino que agradecía que no se encuentre aquella noche.

Su carcajada me sacó de inmediato de mis pensamientos. Me fijé en el espejo y efectivamente, mi aspecto era el de una indigente. Me reí también y le eche un vistazo a Billy –Bueno, tampoco te creas que te pareces a Brad Pitt- Puntualicé también en su aspecto, sólo en las películas uno podía salir tras una persecución demoniaca, espléndido y hermoso –De seguro que hemos estado en peores condiciones que en las que nos encontramos ahora- Mi cuerpo se encontraba lleno de magulladuras, heridas sangrantes y rasguños, de seguro que William se hallaba en la misma condición que yo, pero estaba segura de que nuestro aspecto era mucho menos grave que en algún otro caso en la que si estábamos vivos en aquellos momentos era porque teníamos un Dios aparte –Ya no vale de nada lamentarse, pero…que lástima que no tenía conmigo las escopetas, por lo general las tenemos siempre con balas de sal- Y recordé que mi cuchillo había quedado tirado en alguna parte del bar –Maldición- Murmuré por lo bajo, esperaba que alguien pudiera rescatarlo y regresármelo, sino tendría que empezar una ronda de interrogatorio a todos los presentes en el bar -¿Dónde te diriges? Creo que es mejor que me dejes en la próxima estación de servicio, allí encontraré la manera de regresar al bar- Tenía pensado hacerlo, quizá me bajaría a tomar un café, llamar a mi madre para no preocuparla y luego, una vez que saliera el sol regresar al Road House y tratar de aclarar lo que había sucedido –Espero que puedas encontrar esa persona que buscas- Me fijé que allí se alzaba el cartel que decía que cargaban combustible.

Una vez que el motor nuevamente quedó en silencio, me bajé del coche –Suerte en tu búsqueda y ten cuidado, nunca se sabe cuándo puede aparecer otra vez tu amiguito- Le comenté mientras le dedicaba una media sonrisa. Cerré la puerta del coche y caminé sin mirar atrás hacia la puerta de la estación de servicio. No había una sola parte de mi cuerpo que no me doliera, pero tampoco tenía mucho tiempo para pensar, quería dormir…y mucho.

Off: Un placer rolear con usted, esperemos que el destino nos vuelva a encontrar. Námaste

Sonreí antes su comentario. Parecía mucho menos enfadada que hacía unos minutos, y ya no sentía temor alguno de que estallara en un ataque de pánico por lo sucedido ¿Pero verdaderamente debería haber esperado eso de una mesera del Road House? No, ella estaba curtida en el ambiente de los cazadores, no era de extrañar su especial alivio al haber escapado con vida de allí, y entonces lo confirmó. No, no conocía a su madre, pero conocía a Ellen Harvelle, la dueña, sabía de su carácter, y ahora que ella lo mencionaba, por fin podía hilar la situación. Ahora entendía que hacía una muchacha con su aspecto encerrada en aquel antro de mala muerte. –Sólo agradece que estamos enteros, muchacha… El resto, será cuestión de conversar de manera pacífica…- Y nuevamente reí a carcajadas. La ironía gobernaba nuestras vidas, más aún en los últimos tiempos, desde que todo había comenzado a desequilibrarse y la balanza estaba dando tumbos de un lado hacia a otro, más para un lado que para otro. Quedaban pocos en el camino como nosotros, como todos los del Road House.

-Sin duda alguna te quedarás en la primera estación, no quiero que te vuelvas una carga, y considera esto mi pago por tu ayuda… Creo que es justo aclarar que estamos a mano…- Divisé a poca distancia la gasolinera  y fui aminorando la marcha para aparcar en ella cuanto antes. –Te pediría que me avisaras cuando llegues bien a casa, pero he recordado que probablemente estés más segura por aquí, o en la casa de algún conocido en los próximos días… Ellos me seguirán a mí, seguro, pero ten en cuenta que tal vez quieran atar cabos sueltos, Jo… Ten cuidado… Vigila tu espalda más que nunca…- Detuve entonces el vehículo y ella salió de él pitando, aunque en realidad no estaba en mis planes detenerlo. Ella se despidió y respondí a su saludo con una leve sonrisa. –Cuídate, Jo… No me extrañes…- Y entonces se alejó, dejándome libre para volver al camino y continuar mi huída hacia quien sabía dónde. Saqué del interior de mi chaqueta la cinta de video que había escondido y mi sonrisa fue entonces más amplia. Estaba a pocos pasos de encontrar al maldito con el cual tendría que ajustar cuentas, y ningún demonio de poca monta con ánimos de venganza me detendría. –Golpea y corre, muchacho…- Susurré. Encendí un nuevo cigarro. El horizonte se ensanchaba para mí y mi vehículo a medida que aceleraba más y más a fondo.

Off Rol: Nos leemos, Jo. Un gusto haber roleado con ustedes, señorita.