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Mensaje  Dicky Ianacond Dom Nov 09, 2014 8:46 pm

Ya hacía una semana que Dicky estaba viviendo en la casa de Esteban, admitía que el tener que hacer que nada había sucedido le costaba horrores, pero trataba de hacerle la vida mucho más fácil, sin resaltar sus secretos y de no hablar demasiado de su pasado. Guardaba para sí cosas que eran importantes. Por otro lado evitaba tener demasiado contacto con el cantinero, no quería provocar ningún sentimiento que no era correspondido, evitaba el contacto visual muy seguido y hasta le había propuesto trabajar en el bar, las horas que Brian no podía llegar a horario para compensar el tener que vivir bajo el mismo techo, de esa manera Dicky podía sentirse útil. Por la tarde tomaba su guitarra y se marchaba a tocar en el subte, donde podía ser él mismo sin la presión de tener que fingir. La mujer todavía seguía allí, manteniéndolo bajo vigilancia pero sólo cuando este se encontraba solo. Ya no se acercaba al bar y era algo que Dicky no entendía el motivo.
Miró la hora del reloj que colgaba en la modesta y reluciente cocina y se fijó que era hora de ir a ayudar a Esteban en el bar, Brian llegaría de un momento a otro y realmente lo agradecía en lo más profundo de su ser. Dicky admitía que no era una persona fácil de llevar, era poco conversador y se guardaba para sí varias opiniones, pero el muchacho que trabajaba para Esteban era todo lo contrario a él, arrogante, charlatán y mujeriego.
Se abrochó su camisa a cuadros y bajó de inmediato al bar, cruzó la puerta y notó que estaba lleno –Lo siento, no quise llegar tarde- Comentó el joven tomando un delantal, una bandeja y mientras se hacía un nudo en la cintura se acercó a una de las mesas y comenzó a levantar las botellas vacías de cerveza, en la mesa había un hombre que estaba más ebrio que consiente.
-Hola muchachito- Murmuró el hombre mientras le rozaba con una mano el antebrazo de Dicky. Este solo atino a dedicarle una media sonrisa, mientras menos entablara conversación con los clientes mejor para él -¿Eres la pareja de Esteban?, pensé que lo era ese chico que siempre está con él, Wallace o algo así- Dicky clavó los ojos pardos en el hombre que se removía con una media sonrisa en la silla. Era grotesco, pelado con bigote y gordo, un escalofrío de repugnancia le recorrió el cuerpo –Se llama Brian- Comentó tomando todas las botellas en la bandeja, no entendía porque le estaba contando esas cosas sin sentido, de igual manera no pensaba contestarle ninguna de las preguntas que este estaba haciendo. Sin pensarlo, sintió que una mano lo tomaba por la muñeca y lo arrastraba por la mesa pegajosa de cerveza –Los hombres no me gustan pero puedo hacer una excepción contigo- Dicky sentía el aroma pútrido que emanaba de la boca del borracho.
-Lo siento, a mí tampoco me gustan los hombres y no hago excepciones- Trato de zafarse pero las garras del hombre le eran imposibles, se parecían más a dos cadenas de hierro, imposibles de escapar de ellas –No conoces los secretos del cantinero ¿eh muchachito?- No entendía a qué se refería el borracho con aquellas palabras y se lo estaba dando a entender con la mirada de desconcierto que le estaba brindando –Te doy un consejo, pequeño, busca entre sus cosas un objeto como este- Rebusco entre sus ropas y saco un cuaderno de cuero destartalado, con todas las hojas dobladas y manchadas de lo que parecía café -¿Qué es eso?- Pregunto Dicky frunciendo el ceño. Parecía un diario pero no le consideraba que eso fuera demasiado importante como para buscar algo de semejante índole –Esto, peque, te ayudará a entender porque tienes esa cara, y del motivo por el cual ellos están ahí- El borracho señalo a una pareja de “enamorados” que Dicky notó que aparecían casi siempre a las cinco de la tarde y no le quitaban la mirada de encima, la chica era pelirroja y llevaba los ojos color verdes, en si se podía decir que la mujer era hermosa -¿Te desperté el bichito?- Sintió que las garras se aflojaban para liberarlo del aliento alcohólico. Dicky recompuso la compostura y asintió con la cabeza, tomando lo más rápido las botellas vacías -¿Algo más va a tomar?- Le pregunto titubeante al borracho que hizo un ademán negativo con la mano. Asintió con la cabeza y giró sobre tus talones, pasando muy cerca de la pareja que ahora hablaban por lo bajo ante la presencia del chico –El borracho de la mesa cinco no quiere nada más. Yo le daría un café- Comentó con fastidio Dicky mientras fruncía el ceño sin apartar los ojos del par de enamorados que ahora se encontraban serios, sentía la necesidad de saber porque diablos lo seguían, lo mantenían vigilado y no permitían que se apartara ni un segundo de su vista. Dejo escapar un suspiro de ira –Ya regreso- Y se quitó el delantal y con un rápido movimiento se acercó a la puerta que daba directamente hacia la puerta que se dirigía a la casa de Esteban. Subió las escaleras lo más rápido que pudo y abrió la puerta.
Caminó con paso rápido hasta la habitación del cantinero y rebusco en sus cajones, nada. Se fijó debajo de la cama, y se percató de que allí había objetos extraños que nunca había visto -¿Qué diablos…?- Busco por todas partes, nada ¿podría haberle mentido el borracho? Y se sintió manipulado por palabras idiotas, con la idea de poder sentirse libre de aquellas presencias que eran más bien sombras que tenía que lidiar todos los días de su maldita vida. Se sentó con fastidio sobre la cama, de soslayo miro la hora, eran las seis y media, estaba seguro que Brian ya se encontraría en el bar –Soy un idiota- Murmuró mientras se llevaba las manos a su cabello y se lo tiraba para atrás, otra vez habían jugado con su cabeza, se sentía incómodo, porque era él quien por lo general jugaba con los demás. Fijó la vista en ningún punto en particular y se percató de que allí había algo extraño, se levantó de la cama y se acercó a la tabla que estaba oculta detrás de un sofá pequeño, lo corrió y notó que estaba floja la tabla. En cuclillas y haciendo un poco de presión esta se abrió para deja paso a un diario de cuero negro con las iniciales grabadas de Esteban. El corazón se encogió de la emoción y con nerviosismo lo tomó con impaciencia.
Se acercó nuevamente a la cama y tras sentarse en el borde de esta abrió con sumo cuidado el diario. En él había imágenes terroríficas de criaturas que no conocía –Wendigo ¿Qué es esto?- Estaba horrorizado con las cosas que estaban escritas allí, hasta que encontró un símbolo con las palabras escritas sobre este “La llave de salomón” –Encierra a demonios…- No entendía una sola palabra de lo que leí, pero allí, como se lo había dicho el borracho estaba la clave de quienes eran lo que lo seguían pero ¿Quién era Esteban?
Dicky Ianacond
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Mensaje  Esteban Ferrari Lun Nov 17, 2014 7:22 pm

Las semanas con Dicky como inquilino en mi casa eran bastante buenas, después de aquella noche en el bar ambos habíamos entendido cual era el lugar que ocupaba cada uno. Él dejo de reprocharse la culpa y el odio y yo comprendí que no le gustaban los hombres, que jamás lo haría y que mis sentimientos cada vez eran menos correspondido que antes, exhale un suspiro de dolor y resignación al recordar aquellas palabras que aunque mis ojos no se lo demostraron provocaron un gran dolor en mí, sabía que lo último que debía perder uno era la esperanza, pero con aquel sujeto aquello se había desvanecido por completo, los pasos en la vida y su manera de sobrevivir lo habían llevado a detestar a todos los hombres que se cruzaran en su camino y yo aunque solo intentaba ayudarlo y cuidarlo pertenecía al mismo grupo de hombres que habían abusado de la bondad y la desesperación económica del sujeto. Negué levemente con la cabeza algo desilusionado por lo que tuvo que pasar y continúe recordando los pedidos de las mesas, el bar se encontraba lleno y Brian como era de esperarse aún no había llegado a su horario laboral.
Serví un par de vasos con Whisky y tome tres botellas de cerveza  bien heladas para ir repartiendo por las mesas y achicar los pedidos, sabía que la mayoría de las personas no se encontraban apuradas para retirarse, por lo que su paciencia era algo que debía usar para que las cosas salieran bien. Deje todos los pedidos en las mesas correspondientes y regrese a la barra a continuar con los pedidos. Realmente comenzaba a maldecir a Brian, estaba algo cansado de sus llegadas tardes y su actitud, pero sabía que aquel sujeto necesitaba el trabajo y era conocido por la mayoría de los clientes. La voz de Dicky me saco de mi concentración de pedidos y coloque mis ojos verdes sobre aquel sujeto, realmente agradecía en aquellos momentos la ayuda que estaba dándome, a pesar de insistir en que se limitara a descansar, aquel sujeto no me hacía caso y me daba una buena mano en el bar y yo me sentiría seguro de que se ganaba la vida de manera digna sin tener que humillarse ante cualquier persona depravada.
-Está bien, no hacía falta que bajas hoy. Quiero que descanses y estés cómodo, no que trabajes. Yo puedo hacerlo por los dos.
A pesar de disfrutar de la compañía de él en mi bar, me sentía algo incómodo haciéndolo trabajar ahí, prefería que disfrutara la estadía en mi casa como unas pequeñas vacaciones hasta que lograra deducir que era lo que quería aquella mujer con él quedándome tranquilo cada vez que él saliera, algo que aún no podía comprender.
Observe como Dicky tomaba una bandeja y se acercaba a una mesa donde se encontraba un señor poco agradable, al cual ya había visto en varias ocasiones y su aspecto y su actitud conmigo y Brian no era para nada buena, solo esperaba que no se sobrepasara con Dicky o me obligaría a echarlo de mi bar sin compasión alguna, una venta menos no iba a hacer que se fundiera mi bar. Deje mi mirada un momento sobre ellos confirmando que todo marchara bien, desde la posición en la que me encontraba yo y la postura de Dicky poco era el campo visual que tenía con ellos, si aquel sujeto se sobrepasaba con él, seguramente me haría alguna señal para que lo ayudara, mientras tanto yo seguiría con mis clientes.
Volví a salir de la barra con unos cuantos pedidos más sobre mi bandeja, mientras algunas manos me llamaban para una nueva orden, por lo visto la noche en el bar sería bastante movida y Brian aun no daba señales de vida. Largue un largo suspiro y apresure un poco mi paso y mi atención con los clientes, quería cerrar temprano esa noche y si no le ponía un poco de ritmo a la noche mis deseos serían imposibles de cumplirse.
-¿Está muy borracho?
Comente ante las palabras de Dicky con respecto al señor de la mesa número cinco, no parecía que el alcohol le hubiera echo mucho efecto al sujeto, pero si mi nuevo camarero lo decía era por algún justo motivo. Note como Dicky se encontraba algo fastidioso luego de la visita esa mesa, parecía que aquel sujeto había dicho algo que acababa de molestarlo.
-¿Te encuentras bien?
Pregunte algo curioso mientras preparaba un café gratis para el sujeto, a pesar de no entender lo que sucedía no iba a negarle un poco de aquella bebida amarga y oscura, después de todo lograría despabilarlo un poco y tal vez lograría que se retirara a su hogar sin provocar ningún tipo de disturbio. Coloque la taza de café caliente sobre la bandeja con la idea de marcharme, pero la voz de Dicky hizo que me detuviera en seco, de una manera extraña se quitó el delantal  y se retiró del bar camino a la casa, no comprendía en lo absoluto que era lo que sucedía por lo que fruncí levemente el ceño y seguí al sujeto con la mirada, realmente su actitud me había dejado anonadado y no comprendía que era lo que sucedía ahora. Me quede por unos momentos con la mirada sobre la puerta que dividía el bar de la casa y me pregunte a mí mismo si aquel hombre le había ofrecido algo que lo había hecho reaccionar de aquella manera. Fuera lo que fuera no iba a preguntarle al sujeto, sería una falta de respeto que me metiera en una conversación donde no había sido llamado. Continué con mis pasos y deje el café sobre la mesa del caballero.
-La casa invita.
Le dedique una rápida sonrisa y me aleje de la mesa sin esperar respuesta alguna. Aquel sujeto no me caía para nada bien y con la reacción de Dicky no me encontraba con ganas de hacer sociales con aquel extraño sujeto. Regrese a la barra y pase mi dedo índice un par de veces por mi mentón, quería pensar y sacar alguna conclusión de lo que acababa de suceder, pero no tenía idea por donde comenzar. La puerta del bar se abrió nuevamente sacándome de mis pensamientos, pestañe un par de veces para colocar mi cabeza en el bar y encontrarme con la cara de Brian, quien llegaba con una gran sonrisa en su cara como si hubiera cumplido con su horario laboral.
-Sin excusas. Hoy no las quiero escuchar
Comente levantando mi mano derecha en señal de alto, conocía las mil y una excusas que aquel niño podía darme y no me encontraba de humor para escuchar ninguna de ellas. Estire mi mano para alcanzarle una bandeja y me limite a señalarle con la mirada cuales eran las mesas que hacía falta atender y limpiar. Me causaba gracia ver como las cosas se habían calmado ahora que tenía al personal completo.
-Brian, enseguida vuelvo. Quedas al mando del bar, cualquier cosa me llamas.
Me había quedado bastante preocupado con la reacción de Dicky y quería verificar que se encontrara bien. Traspasé el bar con rápidos pasos para poder adentrarme en mi casa, busque con la mirada alguna señal de donde podría encontrarse aquel sujeto, las cosas en la cocina y en el living se encontraban calmadas por lo que su presencia no estaba en aquella habitación principal. Pude escuchar a lo lejos un ruido que provenía de mi habitación, por lo que podía deducir Dicky se encontraba moviendo algo de lugar causando un ruido algo molesto. Fruncí levemente el ceño y me acerque hacía mi pieza tratando de realizar el más mínimo ruido, no podía imaginar que era lo que aquel sujeto hacía ahí. Me quede parado en la puerta y sin decir una sola palabra apoye el costado derecho de mi cuerpo sobre el marco de la puerta. Pude observar al sujeto sentado al borde de la cama, de repente como si algo me hubiera helado el cuerpo, pude ver entre sus manos mi diario de cazador, abrí bien grandes mis ojos verdes y di unos pasos más hacia adelante intentando que aquel sujeto notara mi presencia en aquella pequeña habitación.
-¿Esto era lo tan urgente que tenías que hacer? ¿Revisar mi pieza?
Pregunte algo desconcertado con lo que estaba observando, recordaba que en ningún momento le había dicho a Dicky sobre aquel diario, por lo que no podía entender como había encontrado aquello. Di unos pasos más y me senté en el sillón, el cual seguramente había corrido un poco para encontrar mi diario de cazador y deje caer todo el peso de mi espalda en el respaldo y coloque mis brazos a los costados.
-¿Queres preguntarme algo? Desde que entraste en mi bar, siempre te dije que ya no soy el mismo, y el diario que tenes en tus manos es la respuesta a eso.
Tendría mucho que contarle, pero ahora dependía que aquel sujeto tuviera ganas de escuchar la historia de cómo había comenzado a cazar cosas sobrenaturales. Me levante del sillón y dando unos pasos me acerque al armario para abrirlo de par en par, en la parte superior había un pequeño baúl el cual tome entre mis manos y con un pequeño jaleo lo baje hasta mi cintura. Gire sobre mis talones y me volví a sentar en el sillón colocando el baúl en el piso.
-Espero que esto no haga falta, pero voy a mostrártelo igual por si algún día necesitas de esto para escapar.
E inclinando un poco mi cuerpo abrí la tapa de aquel baúl algo oxidado para dejar a la vista de aquel sujeto mis armas, unas cuantas botella llenas de agua bendita, una caja de balas, unas tizas, un poco de alcohol, querosén y una caja de fósforos, a simple vista parecía una locura pero todo tenía una explicación. Exhale un pequeño suspiro y coloque mi mirada sobre Dicky, comenzaba a sospechar que el secreto que iba a contarle iba a asustarlo un poco.
-Soy cazador. Me dedico a cazar cosas sobrenaturales, uno de los ejemplos es esa mujer que te sigue a todos lados. En la jerga de cazadores esa mujer es denominada demonio.
No me dedicaba cien por ciento a ese trabajo como cazador, después de todo me sentía muy cómodo en mi puesto como barman y me daba la plata suficiente para sobrevivir, aquel oficio podía llamarse más un pasatiempo que otro tipo de cosa, solo había aprendido aquello para defenderme de los demonios que solían habitar en mi bar y para defenderme de aquel que alguna vez se había tomado el atrevimiento de quemar mi bar y a mis amigos. Me quede unos segundos en silencio y luego moje mis labios para que mi voz ocupara la habitación.
-¿Cómo sabias de mi diario, Dicky?
Fruncí levemente el ceño e intente recordar si en algún momento le había comentado sobre mi diario, pero estaba más que seguro que jamás lo había nombrado. Ahora había muchas cosas que contarle a Dicky pero todo se daría a su debido tiempo, por ahora era momento que aquel sujeto pudiera entender lo que acababa de decirle.
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Mensaje  Dicky Ianacond Lun Nov 24, 2014 12:55 am

Dicky pasaba las páginas realmente absorto por lo que estaba viendo, en cada una de ellas había una imagen horrible que las adornaba, así como también historias que parecían sacadas de la cabeza de Edgar Allan Poe que de una historia verídica. Quería comprender, pero no lo podía hacer, aquel diario parecía el de un loco maniático, había vivido situaciones de lo más extrañas pero nunca algo semejante y mientras veía una foto de un ser del cual ni siquiera podía pronunciar bien el nombre, se preguntó el motivo por el cual aquel viejo le había mencionado aquello y el motivo por el cual Esteban coleccionaba este tipo de historias ¿Con qué fin? No lo veía al cantinero como escritor, aunque quizá después de tantos años después de la tragedia, en él despertó el escritor que había en su interior, un buen motivo para quitarse toda la pena que sentía. “Sí, debe ser eso” Se decía Dicky mientras releía una de las páginas, de una mujer vestida de blanco que perseguía a aquellos que eran infieles.
Una voz lo sacó de sus pensamientos, logrando que diera un respingo. Alzó la vista para encontrarse con Esteban parado cerca del marco de la puerta, aunque estaba más adentro de la habitación que otra cosa -¿Qué es esto?- Pregunto señalando el diario que aun dormía sobre su regazo -¿Cuentos? ¿Leyendas?- Drácula le había parecido un libro especialmente maravilloso, que poseía de todo un poco, pero también le causaba terror y admiración, en cambio aquel diario no podía más que provocarle repulsión y cierto rechazo.
Lo siguió con la mirada, cuando este decidió sentarse en el sillón de una sola pieza que estaba frente a Dicky. Lo había notado diferente pero no entendía el motivo por el cual podía esconder algo semejante. Dibujo una leve sonrisa en sus labios y negó con la cabeza –No está nada mal que te conviertas en escritor, es interesante, aunque no entiendo porque tiene que ser tan gráfico y lleno de este tipo de imágenes. No sé si será muy popular- Se encogió de hombros, dándole ánimos, sabía que para un artista era difícil escuchar las críticas porque a veces resultaba demasiado doloroso. Tal vez Esteban tenía un don como escritor, pero no necesariamente de esos que escribían de terror. No a todos le gustaban ese tipo de lectura, Dicky estaba casi seguro de que no le compraría el libro a su amigo, le aterraba demasiado.
Despegó los ojos de una imagen particularmente extraña de un hombre lobo y comenzó a seguir a Esteban con la mirada, quién ahora se dirigía hacia su armario, no veía muy bien que hacía, pero se percató de que bajaba algo muy pesado, un baúl. Toda la situación le estaba pareciendo de lo más extraña ¿Qué más podría mostrarle?
El baúl ahora estaba en el piso, junto a los pies del cantinero, mientras proclamaba extrañas palabras que Dicky no podía llegar a entender –Sabes que soy bueno escapando, no creo que necesit…- Dejo las palabras a medio terminar mientras veía como Esteban sacaba del baúl armas de todo tipo, en él también existía un frasco con un líquido blanco que parecía agua, estacas de todos los tamaños, balas, un rosario, una biblia y otros objetos que parecían más sacadas de la película “El exorcista” que la vida real -¿Has perdido la razón?- Pregunto el muchacho pasando saliva. Se levantó rápidamente, mientras el diario caía sobre sus pies. Se apresuró a levantarlo y a dejarlo sobre la cama, mientras se movía de aquí para allá tocándose el cabello ¿Qué era todo esto? ¿Una broma del destino? Sino tenía que lidiar con una loca que quería su poder, ahora tenía que fingir que su amigo no era un asesino –No me digas que te dedicas a matar- No era una pregunta, su rostro se vio reflejado por una preocupación, no quería que su amigo fuera a la cárcel y mucho menos a una institución psiquiátrica por aquel diario extraño.
Nuevamente Esteban tomaba la palabra, esta vez revelando algo que hizo que Dicky se parara en seco y frunciera lentamente el ceño -¿Qué eres qué?- Pregunto perplejo, tratando de que las palabras que el cantinero le estaba diciendo llegaran a su cerebro -¿Te están medicando?- La perplejidad que aparecía en el rostro del chico era digna de una fotografía, quería comprender y apoyar a Esteban, pero lo que este le acababa de decir parecía una locura ¿Un cazador que se dedicaba a cazar cosas sobrenaturales? Paso saliva y se sostuvo al marco de la puerta, hiperventilando -¿Un demonio? Esto es broma ¿No?- Halloween había pasado ya para jugarle una broma así y el día de los inocentes ni siquiera había llegado, cada vez entendía menos, parecía que toda su vida se concentraba en verse envuelto en situaciones de lo más extrañas.
Una nueva pregunta salió de los labios del cantinero, Dicky movió la cabeza con parsimonia y carraspeó –Me lo dijo el borracho de la mesa cinco- Fue su respuesta lacónicamente. Dirigió los ojos pardos a su compañero y le atacó un sobre salto de valentía –También guardas tus secretos ¿Desde cuándo eres…ehm…cazador?- Hasta la pregunta le parecía estúpida, no comprendía como la gente podía dedicarse a eso -¿Realmente existen las criaturas que hay en aquel diario?- No entendía nada, quería reírse como un poseso y que Esteban le mencionara que todo aquello era más bien una broma de mal gusto, simplemente para asustarlo un poco, pero notando el rostro serio de aquel supo que nada más el chiste se encontraba en su cabeza –Todos los que vienen a este bar se dedican a esto ¿No?- ¿Estaba protegido contra la mujer que lo seguía? O ¿Estaba en peligro? No sabía muy bien como sentirse en aquellos momentos y tampoco sabía cómo reaccionar ante lo que acababa de escuchar. Giró, dándole la espalda por un momento y caminó hasta la cocina, donde abrió la heladera y se sirvió un vaso con agua ¿En dónde había dado a parar? ¿Por qué el destino era tan extraño?, mientras le daba un sorbo a esto se percató que la casa estaba preparada para cualquier situación ¿Sobrenatural? Ahora que miraba con detenimiento, en cada rincón existía un símbolo diferente ¿Era cierto lo que veían sus ojos? –Esto es de locos- Comentó más para sí que otra cosa, mientas bajaba el vaso y divisaba con la mirada cada símbolo.
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Mensaje  Esteban Ferrari Vie Nov 28, 2014 8:49 pm

Dibuje una sonrisa en mi rostro al escuchar de los labios de mi Rey si aquello que contenían las hojas era leyendas o cuentos, por lo visto aun no comprendía que esas cosas que una vez habíamos creído que eran mitos de la vida hoy en día era la realidad que vivían muchas personas y que pocas eran las que se animaban a contarlo. Yo no creía en ellas hasta lo sucedido en el bar, eso cambio mi vida y mi forma de vivir, no porque yo lo eligiera, sino porque aquello me obligaba a hacerlo.
-No, no es nada de eso, Dicky.
Aun no encontraba las palabras justas para explicarle lo que era aquello, seguramente si era directo con él pensaría que estaba loco y sería una excusa perfecta para marcharse de aquel lugar, lejos de una persona que había perdido la razón y creía en los fantasmas como un nene chiquito de dos años. Exhale un suspiro algo agotador, esperaba que aquello tardara un poco más en salir a la luz.
-Dicky, Dicky, Dicky
Me sonaba interesante decir su nombre  ante la idea de aquel joven del cual yo era un escritor, nunca me había considerado ser un buen narrador como para dedicarme a ello. Dibuje nuevamente una sonrisa de costado en mis labios y negué levemente con la cabeza, estaba muy lejos de entender la realidad, de repente sus palabras fueron fuertes, pero aun así no lograron ofenderme, sabía que eran imágenes e historias fuertes, y si se me ocurriera realmente publicar aquello más de un cazador tomaría aquel diario como guía, yo muchas veces había querido encontrar algún buen diario de un cazador que me ayudara a completar varios círculos que se encontraban vacíos y sin cerrar.  Deje aquellos pensamientos de lado y coloque mis ojos sobre aquel joven que aun podía notar su rostro, no estaba comprendiendo absolutamente nada lo que tenía entre sus manos y eso comenzaba a desesperarlo un poco.
-¿Realmente crees que puedo ser un escritor de aquellas cosas locas? Si tendría que escribir un libro no sería exactamente de seres sobrenaturales, hay algo más importante en mi vida para plasmar en unas hojas, mucho más interesante que aquellos seres extraños.
Si quería dedicarme a la escritura sería mucho más interesante escribir sobre mi vida y aquel eterno pero imposible amor, que escribir de demonios y fantasmas quienes solo se aprovechaban de los humanos para atormentar sus vidas. Si Dicky decía ser especial tal vez si prestara un poco más de atención a las cosas que lo rodeaban entendería mejor el significado de aquel diario, solo era cuestión de que abriera un poco más los ojos y su mente.
No estaba tan seguro que aquel baúl entre mis manos ayudara a entender las cosas, tal vez eso solo lo asustaría más y confirmaría su teoría de que yo había perdido completamente la cabeza. Fuera cual fuera el resultado ya era demasiado tarde para echarme atrás, el baúl se encontraba abierto de par en par y los ojos de aquel sujeto se clavaron con horror en cada una de esas cosas, no era normal que alguien tuviera en su habitación dentro de una caja un montón de armas y crucifijos, sin duda parecía un asesino serial a cabo de llevar el crimen más grande y sangriento del mundo. Note como el diario caía de su regazo al piso y comprendí que aún no entendía lo que quería demostrarle. Me quede inmóvil en mi lugar observándolo en cada movimiento, podía ver su miedo, pero al mismo tiempo notaba que estaba acostumbrado a las cosas raras, para él mismo era un sujeto extraño dentro de su propio cuerpo, su historia de vida lo había llevado a creer en todo lo extraño que le sucediera, era un imán a lo sobrenatural. Su voz de preocupación me saco de aquellos pensamientos y deje escapar de mi boca una pequeña carcajada, en la vida había planeado ser muchas cosas, pero jamás un asesino y mucho menos de personas.
-¿Matar? Dicky ¿Qué clase de lunático te crees que soy? Si me dedicara a eso ¿Pensas que tendría un bar a mi nombre donde el propio dueño atendería?
Cazando o mejor dicho asesinando cosas sobrenaturales no sería buscado por mi nombre, entre los cazadores sabíamos guardar secretos y era muy pocas las veces en las que me encontraba con alguno de mis colegas, la mayoría del tiempo nos dedicábamos a cazar solos y alguna que otra vez nos reencontrábamos en mi bar para comentar nuestras últimas cacerías. Por mi parte era poco tiempo a lo que le dedicaba la caza, amaba mi bar y era a lo que más tiempo le dedicaba.
Comprendí que aunque buscara la mejor manera para hablar con aquel sujeto sobre mi pasatiempo, jamás entendería lo que sucedía, su reacción ante mis palabras acerca de que era cazador me dio a entender que no entendía que aquello existía y que seguramente más de una vez algún cazador había salvado su vida de las manos de algún demonio, si ellos lo perseguían era porque aquel sujeto tenía algo que les interesaba y eran pocas las personas que habían salido con vida al no querer entregar lo que ellos buscaban. Deje que se expresara con tranquilidad y negué levemente con la cabeza al escuchar su pregunta si comenzaba a medicarme, a pesar de no conciliar el sueño por las noches, jamás había optado por medicarme, prefería beber un poco de alcohol y dejar que mis pensamientos y aquel líquido cerrara mis ojos y durmiera por un momento mi cerebro y mis pensamientos. Me acomode un poco mejor en aquel sillón de un solo cuerpo y coloque mis ojos sobre el cuerpo de Dicky, quien se encontraba sumido en la inquietud mientras su cuerpo se posaba sobre el marco de la puerta, realmente estaba perdido en todo esto y lamentaba que fuera de aquella manera que se enterara de lo que hacía algunas veces en mi vida. Deje pasar por alto la respuesta de aquel sujeto de la mesa cinco que había revelado mi secreto, estaba seguro que aquel hombre no era nada más, ni nada menos que un demonio en busca de algo de diversión, aquellos seres solían leer a las personas mejor que nadie y sabía que esta situación pondría el clima de la casa algo tensa.
-No sé con exactitud cuánto tiempo me dedico a esto. Desde que paso lo del bar perdí la noción del tiempo de todo, pero será un par de años.
Desde aquella enorme pérdida los días y los años eran exactamente iguales para mí, nada tenía sentido y no recordaba cuando había matado la primera cosa sobrenatural, muchas cosas las hacia porque mi cuerpo necesitaba descargar la bronca y el dolor, pero dentro de aquel frasco no había sentimientos y mucho menos una mente que razonara lo que estaba bien y lo que estaba mal, solo quería morir para reencontrarme con mis amigos y con mi Rey, eso era lo único que pensaba desde que me despertaba por las madrugadas hasta que volvía a dormir en algún momento de los días y las horas pasadas.
-Si Dicky, todas esas cosas que viste existen y aún hay miles más que no conoces y que yo no tengo registrado en mi diario.
Podía ver como aquel sujeto en su cabeza intentaba atar todos los cabos sueltos para poder entender por lo menos la mitad de aquella historia, estaba realmente haciendo un enorme esfuerzo para comprender mi vida después de aquella tragedia, aunque aún ganaba en su mente la idea de que yo había perdido la razón y comenzaba a ver cosas inexistentes en la vida. Asentí levemente con la cabeza ante su pregunta, aunque no todos los clientes de mi bar eran cazadores o demonios, algunos eran simples personas que deseaban ahogar su pena en algún vaso de alcohol rodeado de personas totalmente desconocidas. Opte por guardarme aquella opción en mi cabeza, tal vez con aquella confirmación Dicky comprendería un poco más mi historia secreta. Note como giraba sobre sus talones y se retiraba de aquella habitación, sabía que si fuera por él saldría corriendo de aquel lugar para jamás regresar, pero había algo que lo retenía a no irse y a quedarse a investigar un poco más de aquello.  Me quede unos segundos sentado en aquella habitación solo, sabía que aquel sujeto necesitaba algo de tiempo para asumir mis palabras y mi historia y no me parecía justo atosigarlo con más historias.
-Es la vida que nos toca…
Comente a unos pasos de aquel sujeto, no había hecho ningún ruido hasta llegar a él, lo veía muy sumido en sus pensamientos y quería que acomodara sus ideas antes de que escuchara mi voz. Tal vez con el correr del tiempo podía ayudarlo a Dicky a defenderse de los demonios, logrando así tener una vida tranquila después de todo lo vivido. Me acerque un poco más a él y apoye el peso de mi cuerpo contra el lavado de la cocina, podía ver su mirada perdida y su ceño casi fruncido intentando procesar toda la información.
-Decime una cosa… Cuándo aquellas extrañas personas te decían que eras especial… ¿A qué creías que se referían?.
Pocas veces me había cruzado con personas especiales o con algún poder sobrenatural, y a decir verdad aun no podía creer que mi Rey se encontraba entre aquella clase de personas, su vida era muy complicada como para sumarle una cosa más a todo esto. Coloque mi mano izquierda sobre su hombro y deje que algunas palabras más salieran de mis labios.
-Eres especial para ellos, pero no de la misma manera que lo sos para mí. ¿Nunca notaste nada raro en las personas que se te acercan? ¿Ojos negros, olor a azufre?.
Intentaba buscar alguna descripción que le diera a entender que no estaba loco y que tanto yo como él nos habíamos cruzado con cosas sobrenaturales alguna vez en la vida. Era momento de que ahora se diera cuenta quienes eran los buenos y quienes los malos en este mundo.
-Así es mi vida ahora, Dicky. ¿Sigues pensando qué estoy loco?.
Le dedique una sonrisa de lado y me cruce de brazos. Si aquel sujeto deseaba retirarse de mi hogar por el miedo o por desconfianza no iba a detenerlo, estaba en todo su derecho de irse, a veces me tenía que resignar a perderlo, después de todo ya estaba fuera de su vida.
Esteban Ferrari
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Mensaje  Dicky Ianacond Dom Nov 30, 2014 12:20 am

Clavó sus ojos pardos, que ahora se habían vuelto un poco más oscuros en el rostro de Esteban. Si no se convertiría en escritor entonces no podía llegar a comprender del todo el motivo por el cual se encontraban plasmadas aquellas imágenes, palabras e historias en un libro como aquel. Se quedó mudo y permaneció inmutable mirándolo. Por un lado necesitaba indagar, quitarse todas las preguntas que tenía en su cabeza pero por el otro, no quería saber nada, ni siquiera verse involucrado en todas aquellas situaciones extrañas, tenía suficiente con las que le tocaba vivir día a día.
Dicky comenzó a sospechar que él atraía situaciones que no eran normales, sino querían violarlo, matarlo o golpearlo, se veía envuelto en problemas mucho más graves. Era acosado por una mujer que no se detenía ante nada y no era sólo ella. Y ahora, con aquel diario que había encontrado, por arte de magia, se daba cuenta de que la persona con la que ahora vivía era un lunático que se creía H.P Lovecraft. No podía ni siquiera imaginarse a Esteban luchando con aquellos monstruos que se encontraban descriptos en esas páginas y mucho menos que pudiera localizarlos, hipotéticamente hablando de si aquellos seres eran reales.
Lo saco de sus pensamientos la carcajada que se desprendió de los labios del cantinero. Concentró toda su atención a él y frunció el ceño –No veo lo gracioso- Comentó con una sonrisa de lado tratando de encontrarle una explicación a todo aquello.
Se encogió de hombros y negó con la cabeza. Estaba claro que lo que acababa de decirle Dicky era absurdo, si se trataba de un asesino no tendría cosas a su nombre, aunque cabía la posibilidad de que ni siquiera se llamará Esteban ¿Cuántas veces el muchacho había cambiado de identidad, fingiendo ser otra persona? –No lo sé, estoy tratando de procesar todo esto. Fue una estupidez de mi parte dejarme llevar por los dichos de un borracho- La última frase salió a regañadientes, se sentía tan frustrado, tan confundido que recordó sus momentos cuando aún no vivía en los Estados Unidos y tenía que regresar a su hogar, sabía lo que allí le esperaba y lo confundía el hecho de que no se animará a escaparse, a correr con Sofía y empezar una nueva vida juntos pero ¿Qué vida podía darle un chico de 15 años? Nada más que miserias, las mismas que ella supo que le tocaría si se quedaba con él. Cuando se encontraba parado cerca de la puerta, a punto de entrar y escuchaba que su padre ya estaba en casa, lo abrazaba el miedo a lo que vendría, había días que no le dirigía la palabra y realmente esperaba que fuera una de esos y nuevamente la confusión lo asaltaba ¿Por qué no se marchaba? Podía ir a cualquier lugar, sin dinero era complicado moverse, pero quizá si mentía un poco, conseguiría algo de trabajo y no le vería nunca más el pelo al borracho de su padre. Y sin embargo tomaba la decisión incorrecta, abría la puerta y se quedaba allí, sumiso.
¿Podía creer lo que decía Esteban? Ese era el mismo problema, él ya no creía en nada y le asustaba el tan sólo pensar de que aquellas criaturas que había en aquel diario pudieran ser reales –Esto es una locura- Murmuraba mientras sostenía el vaso con agua “Es la vida que nos toca” Fue la frase que lo quitó de sus pensamientos –No estoy de acuerdo, cada uno elige el camino que uno quiere elegir. Yo elegí este- Alzó la vista por un momento, llevaba el ceño fruncido, se encontraba frustrado y un dolor terrible de cabeza estaba haciendo su gran aparición –Nunca elegí bien, lo reconozco pero ¿Para qué arrepentirse?- Estaba desvariando, no sabía que decir. Por un lado sentía el impulso de tomar sus cosas y marcharse de aquella casa de locos, pero por el otro lado, sabía muy a su pesar de que estaba protegido.
Giró apenas la cabeza para ver donde se encontraba Esteban, a unos pocos pasos de él se hallaba mientras lanzaba una pregunta. Siempre escuchaba que él era especial pero ¿A qué se referían exactamente? Paso saliva y se mojó los labios –Supongo que es por mi poder, la mujer que me sigue lo ha mencionado, creo…no recuerdo- Evitaba entablar conversación con ella, si era posible escapar Dicky con gusto lo hacía.
Lo miró, era todo lo que diría al respecto, no quería que los sentimientos de Esteban salieran a flote, no necesitaba herirlo más. Dicky mismo sabía que no entregándole su corazón lo lastimaba. No sentía la necesidad de perder más amigos y no quería hacerlo. Hizo un poco de memoria al respecto, si aquellas personas tenían un color de ojos que no era lo habitual y luego ese extraño olor que emanaban. Asintió, mudo, con la cabeza –Si, noté todo eso pero pensé que se trataba de mi imaginación. Yo puedo meterme en la cabeza de los demás e implementarle imágenes, pero sé que ellos pueden hacer lo mismo, o eso creí- Nuevamente cerró la boca y se quedó contemplándolo, era el momento oportuno de ceder ante las palabras que le lanzaba como una bomba su interlocutor -¿Qué tipo de satisfacción puede darte asesinar a todos esos…estem…monstruos que están en el libro?- Pregunto tratando de encontrarle una solución lógica a todo esto y comprendió lo que le acababa de decir Esteban, por más que Dicky dijera que ellos no elegían su destino, tal parecía que el cantinero llevaba las de ganar. El muchacho tenía poderes especiales y era perseguido por ser que descansaban en el libro de Esteban que misteriosamente este cazaba ¿Era casualidad? Tal parecía que el destino se negaba rotundamente a que Dicky se saliera con la suya y de que se uniera con Esteban [color=#336699–Bueno, supongamos que creo tus palabras-[/color] Se alejó del cantinero y se sentó en el sofá cama, donde dormía todas las noches, a su costado descansaba su hermosa guitarra –¿Simplemente lo cazas y ya?- Preguntó alzando las cejas, estaba seguro de que todo era mucho más complejo y retorcido ¿Era necesario saber mucho más?.
La puerta en aquellos momentos se hizo escuchar. Dicky miró al cantinero esperando ver alguna reacción –Quizá puede ser Brian- Se encogió de hombros y se levantó del sofá cama para abrir la puerta, al hacerlo se encontró con un rostro conocido, pero no era exactamente el del muchacho que trabajaba para Esteban.
-Hola amiguito- Era el viejo, el borracho de la mesa cinco, que inmediatamente tomó a el muchacho por el antebrazo y tiró de él para atraerlo –Será mejor que ni te muevas cantinero- Sacó inmediatamente una navaja pequeña que parecía demasiado afilada, apoyándola sobre la garganta desnuda de Dicky. Este sintió un leve pinchazo y una gota caliente que caía por su cuello, era evidente que un corte superficial había abierto el viejo –Mira, podemos terminar esto muy bien, Esteban. Siempre me has caído bien, nunca te has metido de lleno en esto de la cacería y ¡Vamos amigo! Yo te quitó un peso de encima como es el muchacho y yo me ganó el premio mayor entregándolo al demonio de ojos amarillos, es un buen trato y no correrá sangre- Para Dicky no le parecía un trato demasiado tentador, porque era él quién estaba metido en todo aquel asuntillo.
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